NUEVOS MEDIOS, OTRAS AUDIENCIAS
En pocos años, los múltiples dispositivos mejoraron y potenciaron lo que ya veníamos haciendo con otras herramientas –un solo ejemplo: antes enviábamos cartas, hoy mails y SMS. Porque los modos de hacer, los usos sociales, siempre remiten a una categoría totalizadora como la de cultura; se establecen a través de la experiencia, de los discursos circulantes en el boca a boca, de los saberes de los circuitos informales que corresponden al hacer cotidiano. Se generan, así, habitus que promueven gustos, esquemas operacionales, maneras de hacer, de pensar; un estilo de inventiva técnica y de adecuación a las necesidades. Y si no, pensemos qué hicimos en estos últimos años con el celular, convertido ahora en una herramienta multipropósito.
Hasta hace poco, la web había sido un lugar al cual recurríamos principalmente para buscar información. En un período no muy largo –y propiciado por la difusión de la banda ancha- los usuarios pasamos de ser sólo lectores-consumidores de información a producir contenidos. Y lo hacemos conformando comunidades virtuales que promueven la inteligencia colectiva.
La web va adquiriendo nuevas características como la presencia de información más descentralizada, amplia diversidad de contenidos administrados por usuarios que no necesitan grandes conocimientos de informática, información en permanente cambio, software gratuito y comunidades que comparten y distribuyen conocimientos.
Comunicación digital, oralidad y nuevos textos
En nuestros días, la escritura, los textos que producimos se asemejan cada vez más al lenguaje oral. Ya no tienen al libro como soporte privilegiado sino que se van alojando en distintas pantallas donde, a diferencia del papel, el usuario se encuentra con un nuevo tipo de símbolo (textos, imágenes, íconos) más plástico, más maleable, diseñado para ser manipulado. La pantalla informática se constituye así en una nueva “máquina de leer/hacer”, un lugar donde una reserva de símbolos posibles se realizan a través de la selección, aquí y ahora, de un usuario particular. Los dispositivos hipertextuales constituyen una especie de objetivación, de exteriorización y de virtualización de los procesos de lectura ya que permiten visualizar las distintas operaciones constitutivas del “leer” (seleccionar, esquematizar, priorizar, asociar a otros datos, ignorar algunas tramas y prestar atención a un desarrollo particular que nos interesa, etc.)
El estudio de las culturas orales y escriturales nos puede ayudar a comprender la lógica y las características de la comunicación digital en nuestras sociedades de la información/conocimiento que, a su vez, está impulsando nuevos tipos de escritura. Hoy observamos una transición, nuevamente, a una cultura oral y de imágenes, alojadas ahora en diferentes pantallas.
Por eso es interesante prestar atención a algunos rasgos de las culturas orales primarias, lo que Walter Ong (1992) denomina psicodinámicas de la oralidad, referidas a:
- La importancia del sonido.
En medio de una cultura escritural, asociamos las palabras a expresiones visuales. Pero para las culturas sin escritura, las palabras son esencialmente sonidos que fluyen.
- Las pautas nemotécnicas.
La oralidad primaria, para resolver eficazmente el problema de retener y recobrar el pensamiento, descansa en una serie de recursos nemotécnicos: las fórmulas, los refranes, los proverbios con componentes rítmicos que están moldeados para la pronta repetición y la retención de aquello que se quiere recordar.
- La acumulación y la asociación en lugar de la subordinación y el análisis.
En la narración oral primaria encontramos una estructura aditiva a través de enumeraciones y no la subordinación razonada y analítica que caracteriza a la escritura. Existe una especie de resistencia a las definiciones y se privilegian los géneros testimoniales o el “contar historias” que provocan identificaciones fuertes en la audiencia, apelando a lo emotivo.
- La redundancia.
En las culturas orales primarias, la redundancia se veía favorecida por la necesidad del orador de asegurar la comprensión de su público, generalmente numeroso y que corría el riesgo de no escuchar todas las palabras o perder el hilo del discurso, aunque más no fuese por problemas acústicos.
- La homeóstasis.
Para lograr un equilibrio u homeóstasis, las culturas orales viven en un presente continuo que se va desprendiendo constantemente de los recuerdos que ya no son pertinentes. La interpretación de las palabras se da siempre en un contexto presente de comunicación interpersonal donde el cuerpo juega un papel fundamental (gestos,
movimientos, tono de voz, mirada, etc.). En las culturas orales, otra forma de mantener el equilibrio radicaba en la habilidad del orador para ir acomodándose a situaciones y públicos nuevos. La originalidad del narrador no tenía que ver con crear historias nuevas, sino con captar la atención del público al introducir, en cada instancia única, pequeñas variaciones.
- El sentido comunitario.
La oralidad primaria estimula la vida comunitaria; la comunicación interpersonal obliga a poner el cuerpo en la interacción, a exteriorizar y compartir emociones. Por el contrario, la escritura es una actividad más solitaria, que lleva a un repliegue de la consciencia.
- El pensamiento situacional, más que abstracto.
Por necesidad, el pensamiento se conceptualiza y luego se expresa con una referencia bastante cercana al “mundo de la vida”.
Ong sugiere que con el crecimiento de las comunicaciones electrónicas estamos ingresando a una era de oralidad secundaria. La TV, la radio, el teléfono son como la oralidad porque fortalecen el sentido de comunidad: “Una oralidad más deliberada y consciente basada siempre en el uso de la escritura y de la imprenta”. (Ong, 1992, p 55). Esto se hace hoy aún más evidente con las múltiples formas de comunicación instantánea de muchos a muchos basadas en la escritura (chat, redes sociales, blogs, microblogs, etc.)
En nuestros días, la escritura, los textos que producimos se asemejan cada vez más al lenguaje oral. Ya no tienen al libro como soporte privilegiado sino que se van alojando en distintas pantallas. Las similitudes con el lenguaje oral se evidencian en algunos rasgos:
Reciprocidad: hay una sensación de respuesta inmediata. El intercambio y la escritura están más interconectados que nunca. Los comentarios, por ejemplo, son gran parte del contenido de la web. También observamos este rasgo en la mensajería instantánea o en el crecimiento del microblogging. Hoy, el ejemplo más contundente es Twitter.
Espontaneidad: podemos crear, discutir y escribir a la velocidad de tipeo. No hay proceso de filtro, retrabajo y edición.
Presencia: la intimidad del ambiente creado por los sitios de redes sociales y esa misma espontaneidad requieren y simulan un sentido de presencia, un “estar ahí”.
Cacofonía: la proliferación y la intersección de voces son como el sonido de una habitación con mucha gente, sólo que organizado.
La renovación del multimedia: existe una extensa variedad de productos culturales no letrados: fotos, música, videos creados, descubiertos y compartidos de manera más intensa y amplia.
Si tenemos en cuenta todos estos rasgos, podríamos pensar que la oralidad secundaria no significa sólo el crecimiento de una nueva cultura oral. Se trata de la transformación de la escritura en una cultura oral. Pensemos, por ejemplo, en los mensajes de texto. El nuevo modo de escritura, una especie de hablaescritura (speechwriting), nos está llevando atrás en el tiempo. De modo similar a la escritura cuneiforme, tiene reglas fonológicas y grafológicas simples y consistentes. La irregularidad, la complejidad y la irrelevancia son eliminadas. Se escribe para y desde la oralidad. Otro ejemplo, los emoticones son representaciones visuales ;-) Nos retrotraen a otra forma de escritura antigua, los jeroglíficos. La representación literal está cambiando radicalmente la abstracción grafológica del texto.
La cuestión de los diferentes soportes y el espacio disponible es un factor fundamental que influye en los modos de comunicar. Ariel Torres describe este proceso en la historia. “Los griegos de la época de Sócrates, por ejemplo, escribían todo en mayúsculas y sin espacio entre palabras. Su idioma estaba preparado para aprovechar al máximo el escaso espacio disponible. Con un poco de entrenamiento era posible leer de corrido un texto que parecía extraído de la fantasía más delirante del más osado diseñador gráfico…Las abreviaturas y ligaduras eran también comunes para ajustar lo que pretendía decirse a un espacio que, literalmente, era duro como la piedra. De hecho, esto siguió haciéndose durante siglos y puede todavía verse en muchas iglesias y monumentos europeos. ..Tras siglos de progreso, cada persona cuenta hoy con más espacio para publicar que el que disponía toda la especie humana para el nacimiento de Cristo.” (2010) Un ejemplo donde podemos ver el regreso a la escasez de espacio es la propuesta de Twitter. No obstante, y paradójicamente, con el lenguaje hipertextual tan propio de la escritura digital, nunca dispusimos de tanto espacio para desplegar contenidos. La estructura en capas del hipertexto habilita a los usuarios/lectores a realizar múltiples e infinitos recorridos, con distintos niveles de profundidad.
Al cambiar el tipo de escritura, también está cambiando rápidamente el modo en que leemos. Leemos de modo similar a como hablamos, con mayor impaciencia. Y también está cambiando el soporte paradigmático de la cultura letrada, el libro. Los nuevos libros necesitan hipervínculos, se diseñan para ser leídos en la computadora –o en otros múltiples dispositivos-, se hacen en celulares y se escriben utilizando el “hablaescritura”. También se los puede pensar como registros de la actividad oral y online.
La oralidad secundaria ha ido más allá de lo que pensábamos originalmente y hoy la palabra escrita se está comenzando a parecer a la oral. Es probable que la oralidad
secundaria sea la nueva alfabetización para un mundo donde la atención parcial continua se convierte en una ventaja, en un nuevo ambiente caracterizado por la multitarea.
Velocidad y escala
Harnad (1992), en su ensayo “La galaxia post-Gutenberg: la cuarta revolución de los medios de producción de conocimiento”, reconoce como revolucionarios, dentro del panorama de transformaciones de los medios que han moldeado la forma en que nos comunicamos, solamente a la palabra, la escritura y la imprenta, porque sólo esos tres, según el autor, tuvieron un efecto cualitativo sobre el modo en que pensamos. Y, en consecuencia, los tres influyeron decisivamente sobre los modos en que expresamos los pensamientos y, aún más, en qué es lo que podemos pensar. El resto de las innovaciones tecnológicas (teléfono, teletipo, fax, procesador de textos, etc.) sólo constituyeron refinamientos cuantitativos de los medios creados por la oralidad, la escritura y la imprenta, hasta ahora cuando la invención de la comunicación instantánea de muchos-a-muchos está a punto de provocar la cuarta revolución cognitiva.
Retomando el tema de la escritura, los dos factores que median los efectos cualitativos son la velocidad y la escala. La palabra redujo la velocidad del pensamiento. La escritura a mano la redujo aún más. Pero con la introducción de la máquina de escribir (mecánica, luego eléctrica y por último electrónica) y, posteriormente, el procesador de textos, volvimos a un tempo cercano al del habla.
El cambio no es sólo de velocidad sino también de escala. La posibilidad de amplificar la circulación de nuestras producciones, de intercambiar visiones sobre la propia práctica, de conocer cuáles son los desarrollos en otras latitudes, hoy encuentra un espacio más que propicio en la red.
La información parece estar multiplicándose a un ritmo nunca visto y, siguiendo la reflexión de Susan Blackmore (2010), esto es posible gracias al proceso de copia que se ve potenciado con la lógica digital. Seguramente que no siempre es nueva información, pero si las copias varían –lo que siempre ocurre- y si no todas las variantes sobreviven como para ser copiadas nuevamente, estamos en presencia del proceso completo de selección natural. A partir de aquí, puede emerger información verdaderamente nueva.
Los contenidos que hoy publicamos en la red actúan como verdaderos memes, es decir un tipo de información que se va copiando de usuario en usuario. Los memes, al igual que los genes, son replicadores. Es decir, información que se va copiando con variación y selección. Podemos ver claramente este fenómeno, que proviene de la biología y la cultura, en nuestras prácticas cuando usamos las redes sociales.
Actualmente las computadoras alojan gran cantidad de información, con una extraordinaria capacidad de almacenamiento y de copia de datos con mucha fidelidad. La mayor parte de la variación y la selección aún la realizamos los usuarios. Pero ya hay ejemplos de software que recombinan viejos textos para crear nuevos ensayos, o que traducen textos para crear nuevas versiones y seleccionan entre vastas cantidades de textos, imágenes y datos. Este es un proceso de copiado radicalmente nuevo realizado enteramente por máquinas. Por eso, en lugar de hablar de memes, estaríamos en presencia de temes, es decir memes tecnológicos. Los seres humanos tendemos a creer que somos los diseñadores, creadores, supervisores de este mundo emergente pero, en realidad, estas nuevas máquinas están almacenado, copiando, seleccionando y realizando variaciones con la información digital para generar nueva información que estamos usando los seres humanos.
Nuevos consumos culturales: las prácticas de las audiencias/usuarios de los nuevos medios
Así como va cambiando el lenguaje de los nuevos medios en la web, también se va modificando nuestra relación con los diferentes contenidos.
Podemos pensar el modo en que los usuarios nos involucramos con los contenidos que leemos, creamos, transformamos, subimos o bajamos de la red como un proceso que tiene lugar a través de una serie de plataformas, espacios y textos relacionados. Ese involucramiento se puede expresar como la suma de comportamientos, actitudes y deseos en relación a esos contenidos. Por ejemplo, el consumo de otros productos y contenidos relacionados o la participación en actividades e interacciones (juegos, foros, blogs, etc. a partir de una serie).
Ivan D. Askwith (2007) propone cinco lógicas que estarían funcionando y nos ayudan a entender el tipo de involucramiento con los contenidos distribuidos que consumimos.
1- La lógica del entretenimiento (nos gusta mirar): el placer de estar entretenidos como uno de los principales motivos que nos conducen a los consumos de diversos tipos de contenidos (videos, música, literatura, etc.)
2- La lógica del contacto social (viste eso?): los consumos culturales nos proporcionan una base para la conversación y la interacción social, creando un sentido de pertenencia. Las conversaciones hoy se prolongan en las redes sociales, los blogs y los múltiples espacios que ofrece la red para conformar comunidades.
3- La lógica del experto (todos somos expertos): se refiere a satisfacer el deseo intelectual de dominar la complejidad, interpretar los matices y solucionar los desafíos que nos presentan los distintos contenidos. Puede consistir en predecir cómo se resolverá una secuencia narrativa, adivinar las intenciones ocultas de un personaje o reconocer referencias opacas. El placer experimentado se asocia al de los juegos: la satisfacción de superar un desafío. Por ejemplo, las series con varias temporadas, presentan múltiples líneas argumentales entrecruzadas y personajes de una increíble profundidad que demandan una atención sostenida que va más allá de las películas de 90 minutos y la televisión broadcasting.
4- La lógica de la inmersión (estar ahí): la sensación de estar rodeado por completo por otra realidad que concentra toda nuestra atención. La inmersión puede ser textual como ocurre en la creación de mundos ficcionales que ofrecen las series y películas, con múltiples opciones para involucrarse (juegos, foros, comics, etc.). O extratextual, cuando los usuarios desean conocer y experimentar el proceso de producción, por ejemplo, de una serie, los lugares, los actores, los detalles que, en otro momento, quedaban reservados los productores.
5- La lógica de la identificación (somos lo que miramos): el involucramiento con los contenidos que consumimos puede contribuir a reafirmar nuestra identidad y a expresarla a los otros. Esto sucede cuando compartimos contenidos y opiniones en la red, a la vez que mostramos nuestras preferencias.
Bibliografía
Askwith, Ivan D. Television 2.0: Reconceptualizing TV as an Engagement Medium, New York University, 2007, disponible en http://cms.mit.edu/research/theses/IvanAskwith2007.pdf
Blackmore, Susan. The Third Replicator, The New York Times, 22 de agosto de 2010, disponible en http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/22/the-third-replicator/?hp
Harnad, S. R. Post-Gutenberg Galaxy: The Fourth Revolution in the Means of Production of Knowledge, Public-Access Computer Systems Review, 2, 1991.
Ong, Walter. Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, FCE, 1992.
Torres, Ariel. Gramática Twitter: 10 claves para leer mejor, La Nación Tecnología, 13 de agosto de 2010, disponible en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1293988
Autores: Mg Silvana Comba y Mg Edgardo Toledo
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