Blogia
inmigrantesvirtuales

Breve historia de la comunicación. Lo que nos trajo hasta aquí

Breve historia de la comunicación. Lo que nos trajo hasta aquí

La oralidad. La comunicación primitiva.

  El mundo erudito ha despertado nuevamente al carácter oral del lenguaje”, señala Walter J. Ong en su libro “Oralidad y escritura”. Significa que más allá de las nuevas tecnologías hay una reivindicación de la comunicación oral que constituye la principal capacidad de comunicarse entre los seres humanos.

La comunicación oral hace mucho tiempo consistía sólo en gritos y gestos, luego creció para convertirse en un medio rico y hasta complejo. La capacidad de transmitir información o el conocimiento adquirido por vía oral resultó un aspecto decisivo para la creación de lo que conocemos hoy como “cultura”.
 
Nos ha dejado un legado incalculable de valores, normas, hábitos y técnicas que los seres humanos desempeñamos cotidianamente. La oralidad nos construye como sujetos sociales y todo lo que podamos decir, pensar sobre este lugar maravilloso y privilegiado, es una aportación a su interior misterioso y a su exterior sorprendente.

Actualmente, los avances de la ciencia hicieron posible el desarrollo de otras formas de comunicación oral a través de nuevos medios que la potenciaron acortando la brecha espacio-tiempo. A su vez, en la Argentina, se intensificó masivamente el uso de la telefonía celular y los sistemas de mensajería instantánea incorporaron la comunicación oral.

Si atendemos a su historia, los medios de comunicación aparecen en este orden: 1) lengua hablada, 2) lengua escrita, 3) fotografía-cine-fonógrafo-radio-televisión, 4) informática-telemática. Aunque pueda no parecerlo, nos estamos fijando en el papel del desarrollo tecnológico comunicativo en el proceso civilizatorio y, tal vez abusivamente, ubicando retrospectivamente la producción humana de softwares (lenguajes, alfabeto, actos de comunicación, programas de radio, computación, etc.) y de hardwares, en su doble versión de soportes de la transmisión (cuerpo humano, piedra, papiro, papel, ondas hertzianas, cables, impulsos eléctricos, etc.) y de máquinas de comunicación (litografía, foto, cine, teléfono, computadoras, etc.).

El lenguaje humano, desde su instrumentalidad comunicativa y expresiva, se ha desarrollado a lo largo de dos niveles de la lengua: el oral y el escrito, dando lugar a las modalidades de realización que en la nomenclatura moderna identificamos con los vocablos oralidad y literalidad.
 
 
Nace la escritura: Primera prueba del animal tecnológico 
 

 
’’Los escritores han gastado mucho las palabras. Han dicho muchas tonterías sobre la necesidad de escribir, sobre la vocación del escritor. Se siente la necesidad de escribir como se siente la necesidad de tomar agua. Uno siente sed. Es por épocas. Hay épocas en que no...",

García Márquez 

 
Pensar en la escritura como un proceso es pensar en tecnología. El nacimiento de las letras, como forma de representar el lenguaje hablado, nos lleva inevitablemente al establecimiento del texto como una necesidad.
 
La escritura hace parte de nuestra cotidianidad desde hace muchos siglos, pero la forma en que hemos interactuado con ella no ha sido uniforme. La escritura se ha aproximado a la sociedad, curiosamente, siempre por una necesidad. Las diferentes investigaciones y documentos históricos nos muestran que uno de los elementos más importantes en el nacimiento de las letras, fue la escaces de sistemas de memoria económica, o simplemente de una contabilidad. (link:).
 
Diferentes puntos cardinales aportaron, con pequeños detalles, al origen de los sistemas más complejos de escritura que conocemos hoy; tras ser superada la falta de documentar las primeras transacciones de las sociedades primitivas, otros hombres y mujeres reconocieron, casi de manera instantánea, una nueva necesidad: la de registrar los hechos que los rodeaban, los mitos que conocían y las tradiciones de sus ancestros, algo que, como ya vimos, fue pasando de boca en boca, con diversas dificultades, con el paso de los siglos.
 
Dos factores se hacen presentes aquí: primero, las letras son hijas de nuestra naturaleza por compartir (al igual que la economía) y de mantener una memoria, necesidad satisfecha por años por la oralidad; segundo: sí la escritura es una tecnología ¿es el ser humano una especie de animal tecnológico? ¿no es eso lo que nos diferencia de otras especies?
 
Entender la escritura como tecnología, como lo propone Walter J. Ong, implica aceptarla como algo artificial que inevitablemente está vinculado a los materiales que la soportan.
 
Teniendo ello en cuenta, podemos resumir la historia de la escritura en dos momentos distintos:

  • La escritura manuscrita, sobre piedra, tablilla, cuero, papel, u otros materiales
  • Las formas tecnologizadas de la palabra, a partir de la imprenta, la televisión, el teléfono, la radio, la computadora.


 
Cada uno de estos soportes permitió distintas formas de relación entre las personas, con el conocimiento, la información y con otras comunidades. Pero ninguno de ellos nos ha alejado de la oralidad; la ha transformado, en lo que Ong denomina “oralidad secundaria”, ya que no es igual a la que mantienen las sociedades que no utilizan un sistema de escritura.

El vínculo entre la cultura escrita y la conciencia metalingüística surge del hecho de que, al leer y especialmente al escribir, el lenguaje puede convertirse en objeto de pensamiento y análisis.
 
 
El nacimiento de la cultura digital
  
Para Raffaele Simone, hemos entrado en una Tercera Fase de la historia del conocimiento dominada por la cultura audiovisual (radio, televisión e Internet) y se han hecho posibles hazañas que nunca hubiéramos podido imaginar.
 
El pasaje de una era analógica a una era digital significó una revolución tecnológica marcada por el surgimiento de Internet a fines de los ’70 y el posterior nacimiento de la WWW.

La gran expansión de nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) y el paso de un uso meramente militar a un auténtico uso popular e internacional de la red de Internet, posibilitada por el desarrollo de la Web durante la década del ’90, afectó a prácticamente todos los ámbitos sociales, modificando el modo de pensar nuestros entornos y de relacionarnos unos con otros.  

La prensa, la radio y posteriormente la televisión dominaron la escena del siglo XX, protagonizada por estos medios de comunicación de masas. Internet y la Web permitieron aún más el acortamiento del tiempo y el espacio que habían iniciado aquellos medios, introduciéndonos definitivamente en lo que Marshall McLuhan había denominado, a principios de los ’70, como aldea global y que describía la interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.  

Para dar cuenta de los fenómenos culturales contemporáneos que el impacto de las tecnologías digitales tienen sobre el tiempo y el espacio, pero también sobre los hombres y sus relaciones sociales, se acuñó el término “Cibercultura”. Pierre Lévy, pionero en el estudio de la cultura virtual, introdujo la noción de “Ciberespacio” como la red que emerge de la interconexión mundial de los ordenadores y la relación entre los personas que navegan por él y lo alimentan, pero asimismo, como el conjunto de las técnicas, las prácticas, las actitudes, los modos de pensamiento y los valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio.

La progresiva difusión social de estas tecnologías digitales y la posibilidad de convivencia en Internet de diversos medios de comunicación se tradujeron en profundas modificaciones en la producción, recepción y distribución de contenidos. Los tradicionales medios masivos se fueron reconfigurando a la luz de estas modificaciones y los usuarios se transformaron en los nuevos protagonistas, siendo cada vez más activos.

A comienzos del siglo XXI, el nacimiento de los primeros servicios gratuitos de edición y publicación de weblogs permitió por primera vez que sin previos conocimientos especializados en  programación informática, se haga comunicación masiva sin intermediarios.


Andrés Laverde Ortíz
Emiliano Morla
Mariano Juarez
Facundo Piantanida
Laura Favarel
Gustavo Oliver
Luis Callegari
Gisela Moreno
María del Rosario Casas

0 comentarios